Genocidio contra los pueblos originarios.
Al parecer, entre las tantas cuestiones que intentan imponer desde el
gobierno nacional de LLA, una de ellas es recrear una “vieja narrativa” histórica sobre lo
ocurrido en la Patagonia a fines del siglo XIX, reivindicando no solo la figura
de Julio Roca sino que además hacen referencia a la “Campaña del Desierto” como
un proceso histórico trascendental en la historia de la Argentina, entendiendo
que esta posibilitó la extensión del territorio y la constitución del Estado
moderno, concretando de esta manera la idea de la generación del 80 de que la
Argentina sería un país diferente en Latinoamérica. Es decir, un país libre de “Indios”,
en un intento por instalar un negacionismo (otro más), que relativiza las matanzas contra
pueblos originarios pre-existentes por parte del Estado que intentaba constituirse. No solo intentan que "hay que dar
vuelta la página" en relación con la última dictadura cívico militar, sino
que ahora además como era previsible, reivindican a la “Campaña del Desierto”
como una gesta heroica.
En el libro El pueblo Mapuce, una Nación editado
y publicado por Pido La Palabra/Confederación Mapuce de Neuquén, 2021, Jorge
Nawel, logko de la Confederación Mapuce de Neuquén señala en relación al
pueblo mapuche durante la mal llamada “Campaña del Desierto” lo siguiente: “Nosotros
decimos que el primer terrorismo de Estado fue contra nuestro pueblo, que los
primeros desaparecidos de la política del Estado argentino fueron los mapuce.
Los primeros campos de concentración ocurrieron contra el pueblo mapuce, la
primera desintegración de las familias con las primeras entregas de niños...
las primeras abuelas que reclamaron por sus nietos fueron del pueblo mapuce.
Hubo una política de exterminio tan o más grave que la ocurrida en la década
del 1970 porque fue un genocidio planificado contra un pueblo nación. Pero eso
es parte de la historia que está oculta...”.
Aquellos que sobrevivían a las matanzas y razzias del ejército argentino, familias enteras eran trasladadas de a pie por la línea sur de la provincia de Río Negro, cientos de km en condiciones inhumanas, a campos de concentración que se encontraban en las localidades de Valcheta, Fiske menuco, Chichinales, Choele Choel y la Isla Martin Garcia (en provincia de Bs As). También, miles fueron a parar a las florecientes economías regionales de la época como el norte azucarero y la región vitivinícola en cuyo para trabajar como mano de obra esclava. Además como obviar, que mujeres jóvenes y niñas era incorporadas en Bs As como trabajadoras domésticas en las casas de familias patricias y de la alta sociedad porteña. Es de tal magnitud la crueldad de la clase dominante criolla europeizada, racista para con los pueblos originarios a fines del siglo XIX, que testimonios y registros de época abundan y sobran.
Para un intelectual orgánico de la época como lo era
Estanislao Zeballos, este proponía que había que “quitarles
el caballo y la lanza y obligarlos a cultivar la tierra, con el rémington al
pecho diariamente: he aquí el único medio de resolver con éxito el problema
social que entraña la sumisión de esos bandidos”; entendía y calificaba a los
integrantes de los pueblos originarios como “bandas de ladrones corrompidos” y “vándalos”.
“El rémington les ha enseñado a los salvajes que un batallón de la república
puede pasear por la pampa entera, dejando el campo sembrado de cadáveres” El
general Julio Argentino Roca a quien el gobierno de Milei lo califica como “el prócer
de la Nación” escribió lo siguiente: “La ola de bárbaros que ha inundado por
espacio de siglos las fértiles llanuras ha sido por fin destruida”. Y
finalmente informará al Congreso: “El éxito más brillante acaba de coronar esta
expedición dejando así libres para siempre del dominio del indio esos
vastísimos territorios que se presentan ahora llenos de deslumbradoras promesas
al inmigrante y al capital extranjero.”
Finalmente resulta imperioso insistir que el Estado/Nación
en Argentina se constituyó como tal durante la segunda mitad del siglo XIX a través
de un Genocidio perpetrado contra pueblos originarios en Puelmapu. Entonces nos
preguntamos; ¿Qué historia se puede escribir sobre la base del desconocimiento
o el negacionismo? Para Orlando
Carriqueo, werken del Parlamento Mapuche Tehuelche de Río Negro “El conflicto mapuche tiene más de 140 años y
proviene de un genocidio que se oculta, librado por el Estado argentino moderno
hace 200 años, que tiene una matriz que no es actual y que tiene que ver con la
imposición moderna sobre el mapuche-tehuelche, que tenía otra dinámica, otra
historia. Esa imposición genera este conflicto del que hablamos y que debe
saldarse mediante el diálogo, pero, para dialogar, hay que reconocer la
historia, y es lo que no se hace”. En otras palabras, hoy ya nadie puede
desconocer que existió un plan sistemático genocida contra los pueblos
originarios en el sur y en el norte del Estado Argentino, con sus dispositivos
desaparecedores mencionados, con la complicidad de la Oligarquia terrateniente,
la Iglesia católica, y sus herederos y herederas, quienes siguen usufructuando
años tras años del despojo territorial que realizaron.
-escribe Hugo Alvarez (prof de Historia)