Territorio mapuche Recuperado. Lof Santa Rosa Leleque.

 Territorio mapuche Recuperado. Lof Santa Rosa Leleque.

El día 13 de febrero del 2007 nos reunimos varios/as mapuche-tehuelche, mapuche y algunos no mapuche¹ en la ruka -casa- de la Organización 11 de Octubre² ubicada en la ciudad de Esquel. Allí acordamos los últimos detalles para realizar lo que hoy es la Recuperación Territorial de la comunidad Mapuche Santa Rosa Leleque, proceso que este libro intenta abordar.

Específicamente el lof o comunidad se encuentra ubicada en la localidad de Leleque, departamento Cushamen, en la provincia de Chubut. Junto a los municipios chubutenses de Lago Puelo, El Hoyo, Epuyén, Cholila, El Maiten; y de Río Negro El Bolsón, El Foyel y Ñoquinco, integra la zona denominada Comarca Andina del Paralelo 42º. La ruta 40 atraviesa a toda esta región y las une con la ciudad de Esquel 3. Lo llamativo es que realizando el recorrido tanto desde esta última ciudad, como desde la ciudad de El Bolsón, no se encuentra ningún tipo de referencia que señale a Leleque. Curiosamente, sólo se puede observar en ambas direcciones del recorrido un inmenso cartel que referencia al Museo Leleque y muestra en su imagen “la mirada triste de un viejo indio tehuelche” (Masotta, 2009: 144). Este museo forma parte de la Estancia Leleque, perteneciente a la Compañía de Tierras del Sud Argentino S.A.4 (en adelante CTSA), cuya propiedad corresponde a la multinacional Benetton5. Leleque, el poblado que parece inexistente, se formó alrededor de la estación del ferrocarril, hoy en desuso. Para llegar hasta ahí hay que atravesar un camino de ripio que se encuentra a un costado del Museo, y posee tranquera, con ciertos horarios de acceso. A la vez hay que atravesar toda la Estancia hasta llegar a la Estación. Hasta allí no accede ninguna línea de colectivos y existe un puesto sanitario que no presta atención cotidiana. Es notorio que hay pocas casas habitadas y cuando estás allí, emerge la sensación de estar frente a un pueblo fantasma atrapado dentro del enorme predio de la Estancia, simulando a una pequeña isla.

Santa Rosa Leleque está conformada por diez familias y veintiuna personas emparentadas con el matrimonio Curiñanco-Nahuelquir. En el territorio comunitario viven Atilio Curiñanco y Rosa Rúa Nahuelquir, quienes son las caras visibles del conflicto y autoridades de la comunidad. Atilio es lonko, que en mapuzungun -el habla de la tierra- significa cabeza, pero además referencia a una autoridad sociopolítica de un lof- comunidad-. Rosa es werken, es decir que cumple el rol de ser mensajera. El resto de los integrantes viven algunos en Esquel, otros en Río Mayo y Pico Truncado (Santa Cruz) y regresan cada vez que pueden al territorio. El nombre de la comunidad se debe a que, originalmente, en los registros de tierras el lote se encontraba denominado de esa forma. Por lo que las distintas familias que integraban la comunidad decidieron conservar esa denominación, aunque Rosa hubiese preferido que sus apellidos sean los nombres del lof.

Cómo relata la milonga citada al inicio y realizada por Franco Curiñanco, nieto del matrimonio, el proceso de recuperación territorial comenzó en el año 2002 cuando Atilio Curiñanco, Rosa Nahuelquir y algunos/as de sus hijos/as, viviendo en la ciudad de Esquel, deciden regresar a la localidad de Leleque. Al lugar donde Atilio nació, vivió su niñez y al que regresaba a visitar a sus padres que siempre vivieron allí. La decisión de retornar al campo se debió -en parte- a que Rosa quedó desocupada luego del cierre de la fábrica textil “Texcom” en el 2001. Así es como en agosto de 2002, Atilio, Rosa, su nieto Franco, su hija mayor Graciela y su compañero desocupado deciden instalarse en el lote Santa Rosa que en su momento era de 550 hectáreas. Hoy, la Carpeta Técnica de Relevamiento Territorial expresa que son 712, 70 hectáreas las que le corresponden a la comunidad.

El predio de Santa Rosa se encontraba abandonado, y por información de los pobladores de Leleque y familiares de Atilio, sabían que eran tierras fiscales y que no pertenecían a la compañía. Allí jugaba Atilio de pequeño junto a su hermano Alfredo. Para confirmar la información, la familia también consultó al organismo que trata en Chubut los asuntos de tierras, el Instituto Autárquico de Colonización -IAC-, quienes corroboraron de manera oral lo que los pobladores de Leleque conocían. Sin embargo, durante el litigio, dicha institución iba a negar haber realizado tal confirmación.

Ese año apenas ingresaron al predio, los Curiñanco-Nehuelquir se pusieron a trabajar, pero unos meses después, en octubre de 2002, las fuerzas policiales los desalojaron, resultando Atilio y Rosa acusados del delito de usurpación. Desde ese momento la familia se acercó a otras organizaciones y comunidades mapuche-tehuelche y comenzaron a articular también con distintos movimientos sociales 6 para defenderse ante tal acusación y reclamar el lote en cuestión. Así es que comienzan a realizar conferencias de prensa, cortes de rutas, comunicados, entre otras tantas acciones, con el objetivo de denunciar la apropiación ilegal del lote por parte de la multinacional Benetton.

Mientras se difundía el conflicto, el matrimonio mantuvo un encuentro con los abogados de la CTSA, en el que les ofrecieron retirar los cargos de usurpación y evitar llegar a juicio. Pero, para ello, debían renunciar al reclamo. Como esto no fue aceptado por Rosa y Atilio, se dió inicio al juicio que se realizó en el año 2004 en el Tribunal de Justicia de Esquel. A pesar de cargar con la sospecha de cometer el delito de usurpación, Atilio y Rosa fueron sobreseídos en el ámbito penal. Pero en la instancia civil, la justicia determinó que las tierras pertenecían a la CTSA, a pesar de la ausencia de títulos de propiedad y de las pruebas contundentes presentadas por los abogados defensores que develaron el negociado de la tierra en patagonia.

Posterior al juicio, en noviembre de ese mismo año el matrimonio mapuche junto a integrantes de la Organización Mapuche-Tehuelche 11 de Octubre viajaron a Italia, logrando reunirse con el empresario Luciano Benetton y expresaron su reclamo, solicitando la restitución del lote Santa Rosa. En el capítulo uno cuento con más detalle sobre este viaje, en el que la reunión entre los mapuche y el empresario no arrojó los resultados esperados y las partes no llegaron a ningún acuerdo que pusiera fin al conflicto.

Fue en 2007, con la determinación de regresar al lugar y ante el agotamiento de las instancias legales, cuando el matrimonio Curiñanco Nahuelquir, junto a sus hijas/os, nietos/as, la Organización 11 de Octubre, algunos miembros de otras comunidades y organizaciones mapuche7, y algunos no mapuche volvimos a la localidad de Leleque, a esas 712, 70 hectáreas en disputa que hasta la fecha continúan habitando, quedando conformada la comunidad Mapuche Tehuelche Santa Rosa Leleque.

Actualmente, el lote en cuestión y en disputa se visualiza desde la ruta 40 y en su ingreso siempre está flameando una bandera mapuche-tehuelche, creada por Julio Antieco (1929- 1993), quien fue un poblador de la reserva Costa de Lepá, ubicada en la provincia de Chubut. Su origen se remonta a un pewma8-sueño- que tuvo Don Julio, donde le revelaron la composición y le ordenaron su difusión, y hacia el año 1987 comienza a divulgarla por distintas comunidades de la zona. La bandera es ampliamente aceptada en la provincia y está compuesta por diferentes colores: el azul (calfuhuenu) representa el cielo o la tierra de arriba; el blanco (plancahuel) el caballo blanco de las rogativas y el amarillo (choyantu) al sol; contiene además en el medio una flecha que simboliza el instrumento de caza tradicional que permitió al pueblo sobrevivir, aunque algunos también expresan que simboliza la guerra. Este emblema fue reconocido por el gobierno provincial con decreto número 1820 en el año 1991. En Santa Rosa, la comunidad está atenta a que siempre esté flameando la bandera, y cada vez que se deteriora, la renuevan inmediatamente. Es Rosa quién con sus propias manos confecciona cada bandera. Desde que se ingresó al predio y por muchos años, sobre los alambrados habían dos inmensos carteles que decían: Territorio mapuche recuperado y BASTA DE REPRESIÓN. Fuera Benetton. Con el tiempo estos se desintegraron totalmente y al construir e instalar una tranquera de acceso al lote, la comunidad escribió sobre ella su nombre y las frases: “petu monguelein. Aún estamos vivos y resistimos”. También se visualiza al costado del acceso un che mamul 9 y piedras pintadas de blanco que, pegadas una al lado de otra, forman la siguiente frase: “Comunidad Santa Rosa Leleque. Territorio Mapuche Recuperado”. Y en el medio de la frase, emplazaron el emblema que representa a la nación mapuche, la wenufoye. Esta fue creada en 1992 por Aukiñ Wallmapu Ngulam o Consejo de Todas las Tierras y está compuesta por un el color celeste, verde y rojo, con un cultrún en el medio y dos niemin (figura del tejido que representa la estrella) en sus extremos.

El conflicto por la recuperación territorial en Santa Rosa Leleque tuvo repercusión mediática y difusión en los medios locales, nacionales e internacionales. Así es como se conoció la historia del matrimonio Curiñanco-Nahuelquir, que parafraseando a la milonga, recorrió el mundo entero. Ahora bien, específicamente en la ciudad de Esquel, era la primera vez que una familia que vivía en un barrio de la periferia decidía retornar al territorio. Y en este sentido es que Santa Rosa desbordó el campo de interlocución, involucrando nuevos discursos, interpelando al estado nacional, provincial y su complicidad con los terratenientes (Briones y Ramos 2010, Ramos y Delrio 2005). De acuerdo a lo que expresan Briones y Ramos (2010) este caso visibilizó, con inédita reverberación, la desigualdad vivida por los mapuche.

Este libro se desprende de un Trabajo Final de Licenciatura en Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba, y es un intento por compartir el proceso de wiñotun o del volver al territorio del lof Santa Rosa Leleque.


Virginia Lincan

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