¿De qué Pelé estamos hablando?

 ¿De qué Pelé estamos hablando?

Fernando Barraza

Pelé dijo públicamente cuando la dictadura más sangrienta se consolidó en Brasil: “para mí no cambió nada, el futbol es lo mismo de siempre”. Por eso no sorprendió que fuera a cenar y se abrazara a Emilio Garrastazu Medici, el tercer presidente de la dictadura militar, tras ganar la Copa del Mundo de México 1970. Cuando el dictador lo condecoró por meter su gol número mil, o rey se enojó con la prensa internacional que lo interpeló y dijo “Yo siempre le he abierto las puertas a todos los gobiernos”. En 1983, cuando comenzaron los clamores populares para que volviera la democracia a Brasil la declaración saliente de Pelé fue: “el pueblo brasileño no sabe votar”.

Como empresario paseó alguna vez por algún pasillo de la justicia brasileña explicando unas cuantas cosas sobre los millonarios y lívidos negocios inmobiliarios en los que invirtió. En 1994 bancó con su propia imagen todas las denuncias de corrupción a la FIFA antes y durante el mundial de EEUU, tanto así que salía en las conferencias de prensa con una corbata con la bandera yanki. Siempre se llevó muy bien con el capitalismo norteamericano: su cara fue estampada en millones de tarjetas de crédito MasterCard alrededor del mundo, se volvió símbolo de Coca-Cola en Brasil y la región, y hasta hizo publicidad de Viagra cuando el laboratorio norteamericano Pfizer monopolizó la droga del Sildenafilo con la que se elabora.

En 2015 fue el más importante defensor de Joseph Blatter en el escándalo de corrupción más importante de la historia de la FIFA (y mirá que tienen escándalos esos mafiosos eh).

El dopping que dejó afuera a Maradona en 1994 le sirvió para militar durante años -y en cuanto medio internacional pudo- el desprecio por la persona de Diego, demonizando sus adicciones.

Aunque se terminó congraciando con Diego por motivos más que pragmáticos relacionados a los negocios del mundo del fútbol, durante décadas lo destrozó con una superioridad moral digna de los regentes del pensamiento.

También se puede tensar la soga del discurso que Pelé tenía sobre el racismo: Cuando a Aranha, el arquero del Santos, el club histórico de Pelé, lo quisieron sancionar por haber reaccionado contra el racismo de hinchas de Gremio, que lo trataron de mono en un partido, O Rey lo llamó a calmarse y explicó que en sus tiempos de jugador le gritaban "de todo" y dijo: "¿Ustedes oyeron algo de racismo? No, porque no le dábamos atención".

Curiosa manera de combatir el racismo la de pedir silencio. El abogado Hédio Silva Junior, exsecretario de Justicia de São Paulo, le saltó al cuello y le dijo que “combatir el racismo sin mostrarlo es una posición un tanto esquizofrénica". Más rotundo fue el antropólogo brasileño Roberto da Matta que en el portal G1 de O Globo escribió: "Pelé al lado de un negro pobre es blanco", sostuvo da Matta tras el comentario de o rey por las ofensas a Aranha.

Pelé bancó a Bolsonaro en todas: en las más derechosas y antidemocráticas de sus políticas, en las más homofóbicas de sus expresiones y hasta tuvo el cinismo de regalarle una camiseta autografiada en el Día Nacional de la Conciencia Negra al presidente más racista de la historia del Brasil (ver la foto de esta publicación). Si bien se reconocía católico, apoyó muchas causas de la Iglesia Baptista Actitud, poderoso centro evangélico manijeado desde EEUU. No tuvo ningún prurito en hacerlo.

Por todo esto, si hoy el mundo de los medios de comunicación lo lloran y lo endiosan, ojalá que mucha gente no pase por alto todo esto que ha construido al hombre tras el mito en la cancha.

Quizás sirva la frase que le tiró en su momento Romario: “Pelé, callado, es un poeta”

Que la memoria no falle, que las y los referentes populares respalden el amor que se siente por ellos con una vida amañada al pueblo. De Pelé, poco de eso puede decirse...



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