El Cordobazo


El Cordobazo: de la deliberación a la acción
/En el 55° aniversario de la histórica revuelta popular, un investigador del CONICET Córdoba reflexiona sobre aquello que decidimos conmemorar y sus implicancias para el presente y el futuro./
El Cordobazo, ocurrido entre el 29 y 30 de mayo de 1969, fue una de las más grandes movilizaciones populares de la historia argentina contemporánea. De acuerdo con Fernando Aiziczon, investigador del CONICET en el Instituto de Humanidades (CONICET-UNC), su significancia no sólo radica en haber marcado el fin del régimen dictatorial encabezado por Juan Carlos Onganía: “Además, demostró cómo un movimiento de origen obrero-estudiantil, organizado en instancias de deliberación democráticas (asambleas), tomó en sus manos las demandas inmediatas que afectaban sus vidas, como salarios, condiciones laborales, la dictadura y la represión contra estudiantes, y decidió pasar a la acción”.
Y añade: “Desde ese punto de vista, el Cordobazo implicó un movimiento profundamente democratizador que cuestionó desde abajo la legitimidad de un gobierno autoritario y alcanzó hasta los sindicatos burocratizados, por lo que desbordó todo lo previsible. Y esto tiene que ver con que la sensación de injusticia atravesaba a la mayoría de la población argentina, pero sólo pudo comenzar a gestarse desde las estructuras existentes: sindicatos, organizaciones estudiantiles y otras organizaciones sociales como las parroquias, donde confluyeron actores comprometidos con la denuncia del malestar social. Se generó así una red de activistas que fue la estructura inicial de la posterior gran protesta popular”.
Pero cuando las columnas de esa protesta obrero-estudiantil fueron interceptadas por parte de la policía provincial y federal, la movilización se convirtió en una masiva rebelión popular. “Sirvió para que otros actores se expresaran en las calles, ya sea sumándose a la movilización o suministrando ayuda a los manifestantes cuando comenzó la represión. Allí reside su novedad y una de sus grandes enseñanzas en términos históricos, que son fundamentalmente de orden práctico: en el Cordobazo se discutió, se debatió, se organizó y se salió a las calles. Luego, se enfrentó la represión estatal, se organizaron redes de comunicación y defensa, y la ciudad tomada fue un escenario de deliberación activa. Sin esa disposición para la acción y para tomar el destino en sus propias manos, hubiera sido muy difícil imaginar un Cordobazo”, reflexiona Aiziczon.
Para el investigador, especializado en trayectorias militantes e historia política argentina, el Cordobazo invita a pensar en la potencia de las movilizaciones populares al momento de impugnar un orden social percibido como injusto. “Aún bajo gobiernos dictatoriales y fuertemente represivos, se abren lugares para la organización y la rebelión. Argentina es un país con una imponente cultura de protesta, que solo fue acallada con la más feroz represión. En particular, Córdoba suma a su historial previo la reforma universitaria, otro hito de movilización de principios del siglo XX. Entonces, podemos reflexionar sobre lo que decidimos conmemorar, una rebelión popular, y de qué forma pretendemos darle una significación, que a la vez que es histórica, compromete nuestro presente y nuestro futuro”, concluye.
/Conicet Cordoba/

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