Arturo Jauretche

Acerca de Arturo Jauretche

Abogado, militante político y pensador, Arturo Martín Jauretche nació en Lincoln (Buenos Aires) el 13 de noviembre de 1901. Sus primeros años transcurrieron en su pueblo natal. Para continuar con los estudios secundarios se radicó en Chivilcoy, donde se vinculó con militantes de la Reforma Universitaria. En 1920 se trasladó a Buenos Aires para estudiar la carrera de abogacía. En la capital simpatizó con la Unión Antiimperialista Latinoamericana y en 1928 se integró al radicalismo yrigoyenista por influencia de su gran amigo Homero Manzi. En 1930, fue detenido por resistir el golpe de estado que derrocó al gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen. Los años siguientes se opuso, junto a otros jóvenes del radicalismo, a la dirección partidaria de Marcelo T. de Alvear integrando una corriente que se denominó “Continuidad jurídica”. Sin embargo, apoyó la política de abstención revolucionaria de la UCR en oposición a las dictaduras de los generales José Félix Uriburu y Agustín Justo. Su militancia en la resistencia lo impulsó a sumarse al alzamiento radical del 29 de diciembre de 1933 en el intento de toma de la ciudad de Paso de los Libres, Corrientes. Luego del fracaso de la insurrección fue nuevamente encarcelado. En memoria de los caídos escribió su primera obra, El paso de los libres (1933), poema en el que narra la experiencia revolucionaria.

En 1934, ante la evidencia de conciliación de la Unión Cívica Radical con el régimen fraudulento, participó en la redacción del “Manifiesto de los Radicales Fuertes”, que confrontaba con la oligarquía gobernante y los sectores alvearistas del partido.

El 29 de junio de 1935, frente el abandono de la abstención de la UCR, Jauretche fundó junto a otros intelectuales y activistas Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA). En los años siguientes FORJA fue una tribuna nacional antiimperialista de denuncia contra la dominación británica de la economía argentina. Años más tarde, con el surgimiento del peronismo, la agrupación fue disuelta por considerar que Perón inauguraba una política nacional y de recuperación de la soberanía enajenada al extranjero.

En el primer gobierno peronista, Jauretche fue nombrado Director del Banco de la Provincia de Buenos Aires (1946-1950) y desde allí promovió una política de apoyo a las empresas nacionales. Alejado del cargo y disgustado con la camarilla que rodeaba al presidente, pasó en silencio los últimos años del gobierno. Tras el golpe militar que derrocó el gobierno democrático de Perón en 1955, se exilió en Montevideo y participó en la resistencia peronista.

Con la intención de reunir los sectores dispersos del Frente Nacional se sumó a la experiencia de la revista Qué que apoyaba la candidatura de Arturo Frondizi en las elecciones de 1958 —el peronismo había sido proscripto—, hasta que la defección de este, cuando llegó a la presidencia, hizo que lo denunciara.

Jauretche, convencido de la necesidad de contribuir al debate político, económico y social, comenzó una fructífera etapa intelectual. Consideraba central reflexionar sobre las causas por las cuales se producía la deserción de los sectores medios en la conformación de un frente nacional, cuya consecuencia era el debilitamiento y derrota de las políticas del campo nacional y popular. Fueron los años en que se editaron sus libros más conocidos y su pensamiento apareció en infinidad de revistas, periódicos y programas televisivos. En 1956 publica El Plan Prebisch. Retorno al coloniaje; en 1957 Los profetas del odio; en 1958 Ejército y Política. La patria grande y la patria chica; en 1959, Política Nacional y revisionismo histórico; en 1960, Prosa de hacha y tiza; en 1962, FORJA y la Década Infame; en 1964, Filo, contrafilo y punta; en 1966, El medio pelo en la sociedad argentina; en 1967 reedita Los profetas del odio con el agregado de La yapa; en 1968 aparece el Manual de zonceras argentinas. En los últimos años comenzó a escribir sus memorias en tres tomos, de los que en 1972 alcanzó a salir el primero, De memoria. Pantalones cortos.

Entre las múltiples perspectivas de su legado se encuentra el desmontar los mecanismos de lo que él llamaba la colonización pedagógica, presente en las formas de construcción de las mentalidades por los medios de comunicación y el sistema educativo. Eran estas estructuras las que generaban en los argentinos una conciencia colonizada que impedía liberarse de los condicionamientos imperiales.

En 1973, durante el gobierno de Héctor Cámpora, fue nombrado director de la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba) y vocal del Fondo Nacional de las Artes.

En la noche 25 de mayo de 1974, sufrió una descompensación y falleció. Su tumba se encuentra en el cementerio de Olivos.

 fuente: https://www.unaj.edu.ar/acerca-de-arturo-jauretche/#1716390583330-eb8a0509-1110


“El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”

“Asesorarse con los técnicos del Fondo Monetario Internacional es lo mismo que ir al almacén con el manual del comprador, escrito por el almacenero”

“En el territorio más rico de la tierra vive un pueblo pobre, mal nutrido y con salarios de hambre. Hasta que los argentinos no recuperemos para la nación y el pueblo el dominio de nuestras riquezas, no seremos una nación soberana ni un pueblo feliz”

"El ciudadano tiene la ilusión que elige y sólo se limita a escoger entra la reducida lista que los financieros han decretado apta para el consumo popular. El político y su partido lo saben y sabe por consecuencia que antes de someterse a la elección popular ha de tener el visto bueno de los financieros, y este visto bueno se obtiene a cambio de la entrega de los intereses populares. Cuando el día del comicio llega, el pueblo no elige sino dentro de la opción que los financieros le proporcionan"

“No existe la libertad de prensa, tan sólo es una máscara de la libertad de empresa (...) Porque estos periódicos tan celosos de la censura oficial se autocensuran cuando se trata del avisador; el columnista no debe chocar con la administración. Las doctrinas, los hechos, los hombres, se discriminan en función del aviso; así hay tabúes tácitos y se sabe que no se debe mencionar, que camino no hay que aconsejar, que cosas son inconvenientes.”

"Mientras en los países totalitarios el pueblo es un esclavo sin voz ni voto, en los democráticos es un paralítico con la ilusión de la libertad al que las pandillas financieras usurpan la voluntad hablando de sus mandatos”




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