Julio Cortázar.

                                                                                                     Julio Cortázar.

Recordamos en Viento del Sur a Julio Cortázar escritor, es decir, sus textos; sus cuentos y esa enorme novela que es Rayuela, con su estructura jazzeada, de matiz lúdico y juvenil. Esto último quizás, pero solo quizás, haya complotado para cierta posteridad del texto, que junto con la imagen, y su estereotipo, de escritor devenido una especie de embajador semipotenciado de la izquierda latinoamericana, y sus opiniones muchas veces sin mucho tino político, han tironeado la lecturas de su obra. Pero la obra da sus reglas como dice Kant. Y esa gratitud que hoy sentimos muchos, por Cortázar y su obra a cumplido ese rol, como hoy Bolaño, de ser iniciador de muchos escritores que afloran en los Blog, en Facebook, y demás. Es un gratitud por su obra. Solo releer su obra sin sus mitos, porque si todo praxis de escritura es perder el rostro, civil, cotidiano; generar nuevos topos enunciativos, nuevas líneas de fuga para el amor, para ver y nombrar al otro, entonces, Cortázar sigue siendo, hoy, un autor contemporáneo.
Entonces, esa batalla sin cuartel a las convenciones, la falsa escuadra en la que quedan nuestros gestos íntimos, como llorar, reír, abrazar o subir las escalera, una vida sin reglas, sin métodos, que son ficciones, esas fuerzas necesarias para que todo cuerpo social se reproduzca, pero que una vez habiendo pasado por los textos del Cronopio, somos menos ilusos, nos volvemos hijos de la sospecha, pero también, sabemos encontrar en lo mundano la pulsión, la tura, la invención, como aquel Napolitano de Rayuela, vemos en los investimentos sociales convencionales la puerta a un mundo que no es un doblez del campo social real, no son fantasmas o sueños mezquinos, como la calma del propietario, o el sueño de un auto nuevo que mejora el real, sino, más bien, arder en lo hondo de la desalteración.

Gonzalo Starota 



" Por un lado dar el máximo como escritor, y eso es lo que yo trato de hacer y lo haré hasta el fin de mi vida. Pero en segundo lugar hay que responder también con la conducta personal, con la conducta ideológica, con la conducta política. Osea que, yo estimo que mi compromiso respecto a mi pueblo y a América Latina lo cumplo no solamente cuando escribo. (...)
Cuando cumplo una acción que signfica una denuncia, un ataque, una tentativa de hechar abajo esos sistemas siniestros que están alienando, explotando, y destruyendo nuestra América Latina.
El paralelismo, la coincidencia de esas dos cosas en el trabajo de un escritor, ese es el verdadero compromiso." (La concepción de compromiso según Julio Cortázar)

Roberto, Adelaida, mis muy queridos:
Anoche volví a París desde Argel. Sólo ahora, en mi casa, soy capaz de escribirles coherentemente; allá, metido en un mundo donde sólo contaba el trabajo, dejé irse los días como en una pesadi­lla, comprando periódico tras periódico, sin querer convencerme, mirando esas fotos que todos hemos mirado, leyendo los mismos ca­bles y entrando hora a hora en la más dura de las aceptaciones. En­tonces me llegó telefónicamente tu mensaje, Roberto, y entregué ese texto que debiste recibir y que vuelvo a enviarte aquí por si hay tiem­po de que lo veas otra vez antes de que se imprima, pues sé lo que son los mecanismos del télex y lo que pasa con las palabras y las fra­ses. Quiero decirte esto: no sé escribir cuando algo me duele tanto, no soy, no seré nunca el escritor profesional listo a producir lo que se espera de él, lo que le piden o lo que él mismo se pide desesperada­mente. La verdad es que la escritura, hoy y frente a esto, me parece la más banal de las artes, una especie de refugio, de disimulo casi, la sustitución de lo insustituible. El Che ha muerto y a mí no me que­da más que el silencio, hasta quién sabe cuándo; si te envié ese texto fue porque eras tú quien me lo pedía, y porque sé cuánto querías al Che y lo que él significaba para ti. Aquí en París encontré un cable de Lisandro Otero pidiéndome ciento cincuenta palabras para Cuba. Así, ciento cincuenta palabras, como si uno pudiera sacarse las pala­bras del bolsillo como monedas. No creo que pueda escribirlas, estoy vacío y seco, y caería en la retórica. Y eso no, sobre todo eso no. Li­sandro me perdonará mi silencio, o lo entenderá mal, no me impor­ta; en todo caso tú sabrás lo que siento. Mira, allá en Argel, rodeado de imbéciles burócratas, en una oficina donde se seguía con la rutina de siempre, me encerré una y otra vez en el baño para llorar; había que estar en un baño, comprendes, para estar solo, para poder desahogarse sin violar las sacrosantas reglas del buen vivir en una organi­zación internacional. Y todo esto que te cuento también me aver­güenza porque hablo de mí, la eterna primera persona del singular, y en cambio me siento incapaz de decir nada de él. Me callo entonces. Recibiste, espero, el cable que te envié antes de tu mensaje. Era mi única manera de abrazarte, a ti y a Adelaida, a todos los amigos de la Casa. Y para ti también es esto, lo único que fui capaz de hacer en esas primeras horas, esto que nació como un poema y que quiero que tengas y que guardes para que estemos más juntos.

CHE
Yo tuve un hermano. No nos vimos nunca
Pero no importaba. Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.
No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.
Ya nos escribiremos. Abraza mucho a Adelaida. Hasta siempre,
Julio.

-Compartimos la carta que escribió Cortázar a 20 días del crimen de Ernesto, Che, Guevara.

Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso". ✒️ Julio Cortázar
En "Rayuela", capítulo XXI



Entradas populares