Vicente Zito Lema

 



Quiso ser justo. Volvió a su navío. A su viaje

Entre las aguas de la miseria y los barros
Del dolor que se eterniza y se muestra
Al desnudo y tan natural como la noche más noche
Donde ni siquiera brilla el consuelo de la luna…
Quiso ser justo. Allí estaban las fábricas cerradas,
Las escuelas caídas como hojas del peor invierno, ayer doradas,
Y los hospitales con sus madres y sus niños en colas infinitas
Que poco alivian los rezos y las maldiciones
Allí estaban la prostitución y el pegamento
para las criaturas que cruzan la puerta del infierno
Allí, bajo las ramas raquíticas y las ochavas mojadas
se veían los colchones de jirones, de fantasmas,
para que los viejos entre toses y gargajos
amarillos tengan el último de los sueños negros…
Quiso ser justo y abrió su corazón a todas las lluvias…
Con la inocencia del recién nacido
Era el fervor de quien decide mover el mundo
Día tras día… hora por hora…
Hasta lograr con sus manos el milagro…

Quiso ser justo allí donde lo justo escasea como los lirios en el potrero
Eligió por puerto un barrio donde sólo abundan los caminos
Que llevan al cementerio
Trabajó duro en la bloquera (lo más duro fue organizarla)
Trabajó duro levantando la salita de salud y la biblioteca
Trabajó duro moviendo las conciencias
En el pueblerio duro del sur

Quiso ser justo: o sea que su acción diera sentido
a la idea primigenia de la vida,
la que mueve las almas y los sueños;
o sea darle finalidad de bien común
a la reproducción material de la existencia,
para que el gozo de lo creado
detrás de la necesidad,
en pos de la belleza,
no lo pervierta el valor de cambio,
tampoco lo espante la usura;
Y más aún: que la igualdad en las dichas
de la vida resulte la más dicha,
en el viaje de los cuerpos amorosos
que trepan a sus navíos…

Quiso ser justo y cuando el hambre no tuvo respuesta
Recogió piedras para acompañar las palabras – y las palabras
fueron más limpias y más sonoras –
Y cortó las calles, las rutas y los puentes
para no cortar
el dulce hilo de la vida

Y sonrió con la bella arrogancia del justo: no somos
elefantes para morir en soledad, dijo
Aunque cierren los ojos y nos desprecien, aquí estamos…
Aunque nos declaren la guerra seguimos en el viaje, dijo
Y junto a sus compañeros del barrio que cuidaban su navío
Alzó sus manos con palos hacia el cielo
Como si fueran la corona triunfante de la tierra…

Esa mañana como nunca la gente del reclamo a flor de piel estaba allí
con tantas cicatrices como mil colores
Sobre los cuerpos sin artificio
También como nunca las fuerzas del poder los esperaban,
Arteros en lo suyo,
Preparados para una guerra en el espacio
Quiso ser justo entre los justos
Rabioso, con toda la espuma del amanecer
Amenazante, listo para pisotear la cabeza del monstruo
Otra vez la historia se obstinó en mostrar
Que las armas en manos del poder
Pueden más que los corazones desarmados…
Quiso ser justo entre los justos
Ayudó como pudo en el desorden de la retirada
Cuidó a los más desesperados
Dio aliento al que sufría las heridas (eran balas de goma
y después de plomo)
Siguió siendo justo con ojos desencajados
Por los gases y las visiones del dolor
Ardía, era muy joven, no había bebido los alegres vinos
en la noche de bodas,
Sintió que vivía las vísperas del adiós
Estaba marcado y lo perseguían
Apenas tuvo tiempo de tomar la mano del compañero en agonías
No es bueno que muera en soledad…
Es necesario que alguien sostenga su mirada…
Es justo morir a su lado, acaso dijo…
… Dio su espalda a la partida de asesinos
Los tiros fueron muchos y sintió que una nube de brazos
lo subían otra vez a su navío
Y mientras los vientos y las aguas lo llevaban del este hacia el oeste
Vio como las rojas y amarillas, humildes mariposas del bañado
Nunca antes tan brillantes
Rompían con sus alas
Las puertas de cristal del paraíso…

por Vicente Zito Lema

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