Cooke

 


Cooke: filósofo militante, hecho maldito del peronismo burgués

-escribe Mariano Pacheco

Cooke supo albergar en su ser las preocupaciones por el presente y la historia nacional, la perspectiva de unidad de la Patria Grande Latinoamericana y los desafíos de construir una nueva humanidad, a la vez que comprendió de manera cabal que toda batalla política, económica y social requería de una profunda lucha cultural.
Por eso en Cooke no hay teleología ni etapismo posible.

No se trata de librar primero la lucha económico-social (reivindicativa- sindical), luego la política (disputa en y por los sentidos del Estado) y finalmente, en el algún tiempo remoto, la cultural (el “tipo-humano” de la nueva sociedad). Tampoco se trata de librar la resistencia por abajo y después disputar el Estado y, quedarse en él más allá de los planteos en torno a qué hacer en los lugares de poder estatal que se ocupen.

Basta repasar el trayecto vital de Cooke: de Diputado Nacional a un simple militante fundador de la Revista De Frente; de delegado personal de Perón y único heredero del General (por única vez en la historia del peronismo), a militante de ARP, Acción Revolucionaria Peronista, una agrupación más bien marginal dentro de la tendencia oficial del Movimiento en aquél entonces; de organizador de la perspectiva insurreccional a escritor de diversas revistas políticas y culturales. Este carácter siempre militante hace que no haya en él escisión entre los libros, las armas y las alpargatas.

Quizás por todo esto, apelando a referencias claramente gramscianas, Horacio González se refirió al Bebe como “nuestro filósofo de la praxis”.

Cooke murió el 19 de septiembre de 1968. No fue, como tantos otros militantes revolucionarios, asesinados por las fuerzas de la reacción. Murió enfermo de cáncer, luego de años de lucha que incluyeron momentos de prisión, de fuga, de exilio. Cooke murió en las vísperas del ciclo de luchas de masas más intenso de la historia argentina.

Cooke quedó siendo el gran descartado de la historia, el que se menciona pero no se recupera plenamente, y el que supo caracterizar al peronismo como hecho maldito del país burgués, terminó siendo él mismo la parte maldita del peronismo burgués.

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