MARICI WEU

 


MARICI WEU

Cuando el calor agobie, caliente el río generoso y el sol empiece a secar las cosechas, seguiremos subiendo la montaña. Cuesta arriba, amasaremos la semilla que leve las hojas de calendario que nos separan del invierno.
Descenderemos cuando la nieve caiga en forma de azúcar sobre las cumbres y, cuesta abajo, volveremos a sembrar lo que cada día plantamos en verano, a la sombra de los árboles y el refugio de las piedras.
Resistiremos el odio, la discriminación, las mentiras, los tribunales que fingen entendernos sin hablar nuestra lengua, la desigualdad y la cárcel, el olvido y el hambre, en esas zonas de la Patagonia donde no viven huincas que no saben estar cerca de las estrellas sin internet. Donde la rebeldía del suelo no conoce de tijeras urbanas que vuelven simétrico el paisaje.
Ahí donde la policía y las instituciones del estado que dibujó bordes a nuestro suelo verduguean a los hijos que recuerdan en voz alta esa tierra sin dueño, conjurada por los vientos que nos nombran. Ahí donde resistamos la avaricia sin fronteras de los bocones de turno y los capitales sin identidad. Los Lewis, los Torres, los Bullrich, los Roca, los qataríes, los sionistas y todos los que le ponen un precio a lo que no conoce de dueños y solamente tiene valor.
Cuando sea necesario, dejaremos el paisaje “bucólico” dibujado con nuestro espíritu, para visitar el “pasado” de sangre que camuflaron -en forma de museos, hoteles de lujo y vitrinas- los “turistas” que insisten mentir el saqueo “del pueblo” para hablar de “progreso” y, de “paz” y “desarrollo”, para abrirse camino prendiéndolo fuego.
Y enseñaremos, a pesar de todo, que no pueden vencernos porque sabemos, cada vez que oímos nuestro nombre de pueblo, que la muerte no es el fin.

Libertad a Victoria Nuñez Fernández.
Solidaridad con el pueblo mapuche

La fotografía es de Lucho Hidalgo, en el funeral de Camilo Catrillanca, asesinado por el estado chileno.

* ESCRIBE Martina Kaniuka

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