La Casa un tiempo Equis (Hernán Lasque)

 El Reseñador Reseñado:

Las Casa flotante (Augusto Munaro) / La Casa un tiempo Equis (Hernán Lasque)

Por Humberto Bas👉📖

En general no leo Reseñas, salvo que tengan que ver conmigo. Supongo que no soy único ni especial en esto.

Creo que las reseñas se han vuelto una claustrofóbica feria de vanidades; un pegote de exhibicionismo y tráfico de afectos que deriva en libros empachados de superyóses.

Esta ramplona sociología crítica no me exime de cometer lo que critico. Las dos o tres veces que intenté reseñar un libro me encontré con todos los vicios que enuncio: lisonjearía, petulancia, exhibicionismo crítico, etc. Este texto con pretensión de reseña, no es sino otro ejemplo.

Las reseñas así seguramente cumplen una función distributiva en circuitos determinados. Algo así como guiños para quienes de la lectura hacen el modo de encuentro en un espacio de pertenencia.

Sin embargo… me he encontrado con reseñas que escapan al pastiche. Reseñas y reseñistas, si cabe la categoría, ocasionales y sistemáticos. Y en particular me he detenido en uno que comparte profusamente su producción en diferentes las redes, portales, plataforma etc. Me refiero a Augusto Munaro, poeta, periodista, editor, traductor y también... ¿reseñador o reseñista? Este último aspecto es que motiva este texto y su título: El Reseñador Reseñado.

De tanto visitar sus reseñas me encontré con lo que podría ser una obviedad a estas alturas; que las reseñas tienen una especificidad compositiva y reclaman estatuto de género. Y cómo género admiten estilos, improntas y suponen concepciones éticas y estéticas. Es decir, una política de lectura.

Encontraba en sus reseñas algo que marcaba la diferencia con las demás. Primero, el hecho de que en ellas los libros no aparecieran apabullados y respiraran un aire propio. Segundo, una suerte de militancia para devolver sobre la mesa, libros y autores caídos de las bateas; hacerles un lugarcito a ignotxs y/o recienvenidos y poner en escena textos descarriados.

Generosidad y programa estético, parecieran el impulso que impulsa este gesto. Con esto no digo que el programa sea un plan concebido por el reseñista; sino que late en ellas un supuesto que las armoniza en la variedad de libros reseñados.

Tercero y quizá la fundamental: La reseña configura un género en sí. Al menos las que abren portales más allá de lo mismo. Reseñas con vocación de aventura o de riesgo; que no corren detrás de una territorialidad, una temporalidad y una sensibilidad domesticada. Género que hila un equilibrio precario entre dosis de extensión (cortas), de análisis crítico y de exégesis que trasuntan el entusiasmo reseñista en el palpitar del libro. Género que admite estilos, peculiaridades de una manera de componer, y supone una política de lectura. En el caso de Augusto, esto es muy claro y lo planteé en el segundo punto. No es la novedad lo que impera en la decisión de reseñar un libro; ni la temporalidad, ni la territorialidad; y aun desconociendo sus resortes íntimos, me atrevería a decir que tampoco el afecto. Más bien el factor común de sus reseñas es el vínculo de la escritura con el lenguaje: vínculo que vislumbre riesgo y el vahído de una aventura que suele generar calambres visuales a cualquier lextura conservadora.

A la par de sus reseñas, aparecían y aparecen sus libros. Editoriales exóticas publicaban sus, para mí, exóticos títulos. Como si su programa de reseña estuviera ligada a su programa de escritura y publicación. Fea la palabra "programa"... pero es lo que hay. Entonces la intriga de conocer su escritura. Libros inhallables por entonces en la Patagonia. Y, once upon a time… simplemente ocurrió una conflagración de los hados para la posible epifanía.

Con mi compañero de aventuras escriturarias, Hernán Lasque, preparábamos la presentación de su libro “La Casa un tiempo equis…” en Valentina-Sur Limay. Un rinconcito escondido en la ribera al que se llega atravesando senderos tupidos. Una tardecita, aprovisionados de mate, vino y birra, llegamos a “inspeccionar” la locación; ver sus posibilidades plásticas para la presentación. Barranco sobre el río, en la otra orilla un de aeropuerto de mbiguas, gallaretas, garzas, macá pico-grueso, patos barcinos y cisnes de cuello negro que despegaban con un organigrama temporal que envidiarían en Ezeiza. El barranco… a metro del agua, los chasquidos de la corriente en las ramas caídas. Entonces Hernán extrajo de su mochila algo.

Mirá, la acabo encontrar en Malapalabra.

Malapalabra es nuestra librería de cabecera en Neuquén. Y la frase de Hernán, “acabo de encontrar”, no me dejaba en claro si lo compró o lo robó.

Robar un libro debería sacarse de la lista de delitos. Los libros no deberían ser sujetos de propiedad privada. Igual, no estaría mal que me devuelvan los escamoteados en los lextochupis; especialmente el vol I de El Tiempo Perdido. La colección es un regalo de Alejandra Kurchan. Y aunque tengo los seis restantes, cada vez que la miro, siento que a esa sonrisa le falta un diente.

En fin, decía… saca un libro Hernán, y me lo muestra. La Casa Flotante, de Augusto Munaro. Lo compró quizá por la misma inquietud mía… Hacía tiempo que queríamos leer a Munaro. Nos había ganado su generosidad e intrigado su recorrido reseñístico. Su recorrido de lectura muy peculiar. Pero la motivación de Hernán venía con yapa y más querendona. El título, el formato, el tema y la tapa de la Casa Flotante se tuteaban con su La Casa un tiempo Equis. Y en efecto, al cotejarlas, ambas parecían bascular en el mismo aire y tema: Japón en el Japón de una; Japón trasplantado en Neuquén, la otro nouvelle.

Suspendimos mate y registro de locación; abrimos birra y vino y colgando las piernas en el barranco, nos pusimos a leerlo. Y de pronto eso…, el crepúsculo kitsch que se sumaba al deleite de un momento de epifanía… nuestras voces morigeradas por el ronquido del Limay… una encarnando al Señor Kishaba, la otra al Señor Hanae: Los personajes de ambas novelas flotando sobre la hipostasiada bruma del Limay; nosotros en el clímax de un ambiente opiáceo como dos fumetas liberados de tapujos, intentando bordear los textos con cosecha de frases hechas: todo tiene que ver con todo / habría que prohibir la poesía para pelear por su libertad/ lxs poetas como los militares necesitan una hipótesis de conflicto para distanciarse de sus ombligos, etc… etc.

En fin… a la epifanía se la tragó la noche… y ahora ante estos libros tan bellos, no encuentro otra cosa que decir lo que tanto detesto: que son bellos. No me atrevería a reseñarlos; apenas me le animo a esta minuta de sobrevuelo y a una conclusión concluyente:

La Casa un Tiempo Equis y la Casa Flotante, libros para leerlos de un Sake.

El viernes 17/12/2021 presentamos el libro de Hernán… Al momento de publicarse este texto ya habrá sido un sucedido; pero esta experiencia forma parte del evento…

La Casa Flotante. Augusto Munaro. Editores Argentino. CABA. 2021

La Casa un Tiempo Equis. Hernán Lasque. Ediciones de la Grieta. (San Martín de los Andes). 2021.

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