Sobre Gil Wolf de Humberto Bas.

 


Sobre Gil Wolf de Humberto Bas.

Luego de leer arriba de cuatro novelas de Humberto Bas, comprendo algo mejor su escritura. Algo. Diría que en él, como en Joyce, la corrección no es la higiene de la escritura; es antes bien la continuación por otros medios de la misma. Se corrige porque no se puede dejar de escribir. Y creo que esa reversibilidad taracea la cómoda mismidad de un saber aprendido, purga la escritura de todo atisbo de profesionalización y ensancha las costas de su literatura. Cada novela de Humberto es única.
Ese ensimismamiento terco, lúdico y experimental, es lo que me asombra. Esta nouvelle, Gil Wolf, desopilante en cuanto a la trama como las anteriores, tiene como novedad la incorporación del diálogo en la composición del ritmo. Los diálogos son la cintura de la cadencia. Desde el vamos la novela es un prodigio de micromontage; marca el pulso con el énfasis justo, a golpe de volantazos y fugas de pique corto, y jocosos guiños de incorrección que muerden sus párrafos en todo el libro, para datarlo un efecto de continuidad casi lisérgica.
Hay también una nueva ingeniería en la construcción de las frases, más económicas que sus anteriores libros. Sin embargo, más punzantes, menos edulcoradas y, a la vez, de una tremenda gradación poética. Como si hubiera conservado la aglomeración tonal de las frases de un Catatau de Leminski, concentrada en la levedad escénica de un verso de Lezama Lima. Quizá Humberto sea, por vía del continuo, como leía Aira a Copi, un neobarroco.
Pero aquí eso no importa. La historia en Gil Wolf está llena invención; las piruetas narrativas son vórtices obsesivos de un mismo lugar: variaciones anagramáticas sobre la decadencia espiritual de un profesor que busca los pliegues gloriosos del glande de un escritor famoso por interpósita persona. Una tal Pía (habitué de un bar mítico), que descongela también otro ectoplasma, esta vez santo: el de la amada y finada Adelina, esposa del profesor. Pía, garante de la viudez y hada madrina del mohoso pasado del personaje, inaugura, garche al cuadrado de por medio, una nueva etapa de aventuras en el claustrofóbico enclave universitario del que el personaje forma parte. Pero eso aquí tampoco importa. O sí. Hagan su experiencia.
Gil Wolf es una novela perfecta, créanmelo.

escribe Gonza Starota

Awarraz & Lextochupi

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