Pitanza nocturna


 "Pitanza nocturna", novela que según su autor Gonzalo Marrón es lineal (entiendo que referido al desarrollo de un entramado que no está ceñido a capitulaciones) es un relato bellísimo, estético, artístico. Un relato que, de tan preciso y pulido estilo, deviene en disfraz perfecto de un lector inteligente y desquiciado a la vez, que es Gonzalo, y es Bruno, su personaje y, muy probablemente lo sea también Matías, nombre que Bruno, personaje principal de la novela de Gonzalo, otorga a su vez al personaje de su propia "Pitanza nocturna", novela dentro de la novela de la que algo de lo que en ella leí ojalá pueda decir.

Como puede notarse, o no, no sé quienes ocasionalmente leerán esto, estamos, en principio y sólo por mencionar algo de lo que en Pitanza puede leerse, ante la báscula de lo doble; aunque el autor nos prevenga de que se trate de una novela lineal. En cualquier caso, tendrá que descubrir el lectorado el grado de taxatividad del pre anuncio o presunción de sentido. O cortar camino y en eventual presentación pedirle al autor que se explaye en este punto.
Estamos, en principio, me animo a decir entonces, entramados ante lo que se conoce como tema del doble literario; pero, no a la manera en que a los alemanes les hizo acuñar el concepto conocido como doppelgänger (el que camina al lado, el gemelo malvado -aunque de hecho tengamos un hermano mellizo del personaje Bruno, Hernán-, no en lo que ocurre por ejemplo con el famoso cuento William Wilson de Allan Poe, o como Maldoror y el propio Lautremont y los narradores de sus Cantos malditos) aunque sí en una ineludible, constante oscilación entre locaciones y tiempos diferentes (el fenómeno - quizás ¿sólo quizás?- de la bilocación), y también cristalizado en un juego de espejos tanto entre personajes, situaciones, escenarios, calles, plazas y ciudades tan dispares como la Capital y el pueblo Iruya en la provincia de Salta.
No pretendo comentar lo anecdótico de esta hermosísima novela, que bien vale decir hay en sus páginas una historia completa y hermosamente contada, sino tratar expresar la impresión en mí cuerpo al leerla, que fue la de una obra artística, un gesto del arte mayor que es la literatura, el arte de la palabra escrita.
En mí lectura, es Pitanza nocturna una escritura, un relato, una novela un tanto "hostil a los clichés de época", parafraseando al narrador que por momentos es Bruno, y que construye una respiración propia, un tono y un carácter propio, para contar lo que "necesita" contar, y que no es sólo una novela, una historia, sino dos, y el esbozo al final (que es también lo que da inicio) de otra que no se termina (un esbozo no menor) de contar.

"Cuánto más personal es lo que escribo, más lejos en el tiempo y el espacio lo llevo", leí una vez que dijo Aira; tengo la sensación de que Bruno hace algo de eso.

Claramente, este breve indicio de lectura falla en comentar este libro brillante, esta joyita de la escritura, de manera que suscite o tiente su lectura a otres. Es un texto atropellado, escrito aún en la resonancia de lo que la lectura me acaba de hacer y que poco tiene que ver con el aplomo y la solidez con la que está trabajada la novela. No obstante, me atrevo a pedirles que lo busquen, que se dejen ir en él hasta el final, que la buena literatura nunca nos deja afuera.

Gracias por este libro.
-Escribe  Hernán Lasque

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