Vaca Muerta



COMPOSICIÓN. TEMA: LA VACA (MUERTA)

Las aristas más bufonescas de la realidad están pobladas de lugares comunes, de excusas simplonas, de actos más propios de la picardía que del pensamiento y de una violencia lisa y llana enemiga declarada de la inteligencia. Le doy a usted, estimado lector, que en el mejor de los casos guiña su ojo para indicar que comprende, un ejemplo claro. Quien haya adquirido un crédito, o cualquier cosa a plazo, se enfrenta a una de las ignominias más eficaces del mercado: el contrato, ese texto que casi nadie lee, puesto que no puede objetarlo, y que siempre tiene una o varias clausulas, destinadas a embromarlo a uno redondamente. El contrato es la manera de “normalizar” la actividad más redituable de la economía: la estafa. Y sin embargo, hasta nosotros mismos exigimos firmarlo, para que la estafa llegue a ser lo menos perjudicial posible.
Confieso que una sensación similar a lo que me sucede con el contrato –ese lugar común de la vida que discurre- me ocurre con ese artículo de nuestra Constitución Nacional, expreso también en el artículo tercero de la Constitución de nuestra provincia del Neuquén: “Neuquén es una provincia indivisible, laica, democrática y social. La soberanía reside en el pueblo, quien no gobierna sino por sus representantes con arreglo a esta Constitución y sin perjuicios de sus derechos de iniciativa, referéndum y revocatoria”. Una belleza. Un sentido homenaje a la tradición republicana que inspiró el espíritu moderno de miles de hombres de buena voluntad; la potencia ornamental del adjetivo en términos como “indivisible”, “laica” “democrática” y “social”. Soberanía, pueblo, iniciativa…El potencial identitario del sustantivo. En el medio, la clausula oculta, porque como dice el Génesis, “en el principio era el Verbo”. Y el verbo dice “el pueblo NO GOBIERNA, sino por sus representante. Es decir, poner el voto se parece a poner el gancho en un contrato, se parece a esa sentencia admonitoria tan repetida: “te van a cagar. En cuanto puedan, te van a cagar”
¿Te acuerdas hace justo un año? -preguntaría don Enrique Cadícamo. Nos cagaron: a gases, a balazos de goma y plomo, los perros de los que gobiernan en nuestro nombre, que imponen la “voluntad del pueblo que dicen representar” a escopetazo limpio; nos cagaron –como de arriba de una palmera- los que dicen “soberanía” y a continuación entregan del modo más vil la nueva “perla austral”, la vaca que a pesar de su rigor mortis tiene unas ubres enormes que rezuman petróleo y gas a Chevron, una compañía norteamericana que se ríe a carcajadas cada vez que escucha hablar de soberanía; nos cagaron aquellos representantes del progresismo que avalaron con su presencia la farsa leguleya de una sesión legislativa cuyo resultado estaba sellado de antemano…
Todo eso adentro y desde adentro. Las vallas separaban a los representantes del pueblo del pueblo mismo. Los que estábamos afuera éramos pueblo, cosa que el imperio del número no puede negar. Eran vallas constitucionales. Eran vallas que dicen “Ustedes NO GOBIERNAN, sino por medio de los cosos que están allí dentro”. Sucede entonces lo esperable, lo deseable: al pueblo se le ocurre que más importante que el NO GOBIERNAN es su derecho a la iniciativa –reconocida por la Constitución- la soberanía y la democracia. Entonces el pueblo, que se ha cansado de que lo caguen, se caga el las vallas, se caga en los perros, en los representantes y en el NO GOBIERNAN. Y se reserva para sí la obligación moral de rescindir contratos leoninos y mandatos cuya lógica es la de la expoliación, la usura perpetua sobre nuestros recursos y la estafa que se cierne sobre las generaciones actuales y venideras.
Desde los comienzos de nuestra patria se ha difundido la imagen de un pueblo cándido soportando el azote de la lluvia de mayo, a la espera de que le digan qué cosa han decidido por él. Casi imposible no recordar los cromos y figurines del Cabildo con la inscripción “EL PUEBLO QUIERE SABER QUÉ PASA”. Ya va siendo tiempo de reemplazar la leyenda rosa de un pueblo ávido por la imagen de un pueblo que quiere ser causa de lo que le acontece. Toda discusión sobre arrebatos de anarquismo moderado, tradición republicana y defensa de la constitución, son ajenas al espíritu evocativo de este texto. Queda avisado.
-¡¿Y el animal?!
-Ahhh! Laaa vacaaa!
Por Seba Alegre. (escrito originalmente en agosto 2013)



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