Elogio de la UTOPIA

 


                  Elogio de la UTOPIA

La UTOPIA sin ser demasía, es un no rotundo a todo término medio. La UTOPIA no es normalidad. Se posiciona más bien del lado de la locura, también merecidamente elogiada siglos atrás.

En este siglo, y en el que recién termina, el neoliberalismo se empeña en desprestigiar la UTOPIA, concepto y práctica, en anibilarla, es decir, en ningunearla, con ayuda de algunos doctores de academia.

Los Honoris Causa de esta casa – y yo ahora entre ellos- sabían y sabemos que UTOPIA es el lugar hacia donde marchan los Pueblos “más temprano que tarde, por esas altas Alamedas”.

¿Puede haber locura mayor? Caminar hacia un lugar cuya existencia niegan tanto la etimología, como el sistema económico-político al que estamos sometidos.

Pero la UTOPIA nos dice que otro mundo es posible, aún después de cada derrota. Porque ella es perpetúa acción, se crea, se agota y se renueva en ese caminar.

En él mientras tanto, aparece la Ilusión como la cara más brillante de la UTOPIA. La atacan, le imprimen un giro peyorativo. Dicen “iluso quien pretenda cambiar el mundo, porque ilusorio es todo aquello que asoma por fuera del Capitalismo.

¡Se equivocan! Ilusión es juego, y escapa al nihilismo, porque el territorio lúdico tiene realidad propia.

Y la Historia nos da razón. Tenemos el privilegio, aquí en Neuquén, de poder acompañar –al principio con cuanto asombro-, la marcha del Pueblo Nación Mapuce, por esas Altas Alamedas, que llevan a la UTOPIA. Su marcha ya es una UTOPIA. Porque han recuperado su lengua, enarbolado su cultura, pelean por su territorio ancestral. Defienden, en el mientras tanto, su buen vivir en armonía con la madre naturaleza. Todo esto luego de un Genocidio, y pese a que los militares protoprusianos y los “neoliberales” del siglo XIX, habían pretendido, ellos también, parar la historia. Vaciar el “Desierto”

Y cuando los del siglo XX intentaron anular décadas de Industria Nacional, la clase obrera, a la que tampoco lograron desaparecer, se jugó por las fábricas Sin Patrón. Cientos en todo el país.

En Neuquén, ZANON bien instalada en ese lugar llamado UTOPIA. ¿Seremos capaces de apoyarla ahora, que tanto lo necesita? Porque Zanon es la más brillantes de nuestras Ilusiones.

Las orquestas infanto-juveniles de los barrios populares desafían también el fin de la Historia: ellos la empiezan ahora. Son como islotes de coral y perlas. Ensayos de UTOPIA en el largo caminar hacia la UTOPIA. La “orquesta de los chicos” de Cutral Có, nos deslumbra con su maravilloso desarrollo.

Otra, que llena de música la Cuenca XV, desde el colegio donde enseñaba el maestro Fuentealba, necesita hoy nuestra visita y nuestra solidaridad. ¿Nos jugaremos para que esta UTOPIA crezca y florezca?

Más lejos en el tiempo y en la geografía, otras UTOPIAS florecieron. Los más viejos de esta sala recordamos al viejo Hochi Min dialogando en clave poética con un pueblo que vivía, sufría, cantaba, hacia el amor, peleaba y moría desde un “no lugar”: los túneles bajo la selva vietnamita. Hoy han llegado a su mundo mejor. En un país que podría llamarse viegUtopía.

Por fin, durante generaciones, hemos visto a la Cuba socialista desafiar al Imperio, y pase lo que pase de ahora en más, ellos construyeron la UTOPIA que dio a sus vidas –y también a Latinoamérica-, una dimensión negada a quienes no atinan a largarse, a jugarse por un mundo mejor que la Historia habrá de parir, en algún recodo de nuestro utópico caminar.

Es tiempo entonces, que la Universidad Pública construya un espacio donde todos los estudiantes, desde su propia especialidad, transiten por experiencias vivenciales que los conviertan en gente formada para la lucha por los Derechos Humanos. Es decir, por otro mundo, que es posible.

¿Será ese impulso, de cambiar el mundo, la UTOPIA de una Universidad progresista, militante? El día que la asuma como tal, algo en nuestro mundo habrá de cambiar.


Noemí Labrune, 30 de noviembre 2016 

Neuquén Universidad Nacional del Comahue.







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