Alejandra Pizarnik

 




Alejandra Pizarnik. Biografía de un mito - Cristina Piña y Patricia Venti

DESCRIPCIÓN

La obra y la influencia de Alejandra Pizarnik no dejan de crecer. Numerosos lectores en todo el mundo mantienen viva su literatura y cada vez más investigadores se dedican a estudiar a la aún hoy enigmática poeta.

Cristina Piña escribió una primera versión de esta biografía hace treinta años y ahora, en colaboración con Patricia Venti, publican esta edición ampliada con una enorme cantidad de documentación nueva. Las autoras consultaron los diarios completos de la escritora, depositados en la Biblioteca de la Universidad de Princeton, junto con sus cuadernos, borradores, correspondencia y trabajos plásticos; mantuvieron largas conversaciones con amigos de la poeta y, sobre todo, con su hermana, Myriam; viajaron a París para entrevistar a la familia de los hermanos del padre, Elías Pizarnik, uno de los cuales, Simón, alojó a Alejandra en varias ocasiones en la casa de Chatenay-Malabry durante su estadía de casi cuatro años en la ciudad. También tuvieron acceso a los papeles de Manuel Mujica Lainez y Silvina Ocampo en Princeton, y a los de Djuna Barnes, en la Universidad de Maryland, vinculados con la poeta.

Alejandra Pizarnik. Biografía de un mito se suma a la edición de toda la obra de la escritora en el sello Lumen, junto a los volúmenes Poesía completa, Prosa completa y Diarios.

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“El destino eran cincuenta pastillas de Seconal sódico tras cumplir un rito cargado de significación: cuando los amigos desolados entraron en el departamento de Montevideo 980 —en ese entretiempo sin tiempo que transcurrió entre que su amiga Ana Becciu la llevara, ya sin vida, al Hospital Pirovano y le entregaran su cuerpo a la familia para que lo velara, tapado por la estrella de David como prescriben los ritos, en el flamante local de la SADE, en Uruguay 1371—, encontraron las muñecas maquilladas y, junto a sus últimos papeles de trabajo dispersos, un texto perturbador: ‘No quiero ir nada más que hasta el fondo’. Todo se había consumado en la madrugada del 25 de septiembre de 1972, a pesar de la vigilia atenta de quienes tanto la querían —Rosa o Rejzla, su madre, Olga Orozco, Elvira Orphée, Ana Becciu, Ana Calabrese, Víctor Richini, Arturo Carrera, Marcelo Pichon Rivière, Antonio López Crespo—; a pesar de la llegada de Niebla, la novela de Miguel de Unamuno que le pidió prestada a Roberto Yahni dos días antes de morir y que tal vez leyó o no leyó; a pesar del proyecto de un libro con sus poemas ilustrado por Esmeralda Almonacid; a pesar de la casi certeza de la aparición de lo que luego sería El deseo de la palabra, antología tristemente póstuma y heroicamente batallada por Antonio Beneyto en diversas editoriales españolas, pero que entonces era un libro armado con la colaboración de Martha Isabel Moia, el cual tendría —junto con los poemas y las prosas por primera vez recogidos en libro— dibujos, collages, esa otra forma de seducir el espacio que practicaba Alejandra”, describen Cristina Piña y Patricia Venti en su libro Alejandra Pizarnik. Biografía de un mito (Lumen, 2021).






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